Desde la portada supe que me iba a gustar.
Apenas lo ví en oferta y en buena edición no lo dudé.
Aunque menos aclamado que otros trabajos suyos, 'Tommy' ocupa un lugar histórico en el catálogo de The Who. Es el momento en que concretan la visión fantástica de Pete Townshend...74 minutos parecen extensos, pero la banda le imprime suficiente magia para no perder el hilo.
El primer acorde del álbum descoloca a quien busca un disco afín al contexto rock de 1969. Es límpido, cristalino y cálido. Nada que ver con las locuras lisérgicas de las bandas en boga. "Overture" se beneficia de ese temprano shock y nos da la bienvenida con los brazos abiertos.
A medida que los tracks avanzan, se denota un patrón sónico recurrente (un conjunto de la perfectos riffs acústicos) el cual contrasta con el duro contenido lírico de la obra. Tommy resulta ser un niño que nunca debió nacer. Abuso infantil, adulterio, golpes en el colegio, vida callejera y demás desgracias se suceden, pero The Who logra lo impensable hasta entonces: que una banda pop maquille un concepto integral de gran carga dramática y cuyo valor musical sea equivalente al de la historia: finalmente, la primera ópera rock vio la luz.
Y una vez que pasamos al tema musical en sí, las bondades son muchas.
Entwistle y Moon, considerados como una de las mejores secciones rítmicas de la historia, dan cátedra acerca de cómo generar tensión en el background de un conjunto sonoro tan ambicioso, pleno de cambios súbitos de ritmo, teclados, múltiples capas de guitarras y voces que se alternan. Roger Daltrey, por ejemplo, me convence mucho más como cantante aquí. Es completamente mérito suyo el darle un tinte teatral a las interpretaciones y también brindarles un doble valor, en tanto musical como catalizadores de nostalgia. Es como volver nuevamente a nuestro tiempo de chicos y escuchar a los cuentacuentos en un auditorio añorado. Si no sientes nada en “Tommy Can You Hear Me?” entonces algo serio pasa en tu vida.
No puedo más que dejar al final al arquitecto del disco. Peter Townshend se luce aquí con un nutrido torrente de finos guitarreos y arreglos inéditos de teclados, vientos y cuerdas (“Amazing Journey”, “Sparks”, “Pinball Wizard”, “Acid Queen” y “I’m Free” lo prueban) que son como los personajes de una historia que no pareciera necesitar el respaldo lírico.
The Who, entonces, marca un eslabón entre décadas. El rock de los 60s demostró canalizar perfectamente los enormes talentos de multitud de músicos y lentamente se iba institucionalizando como el arte que el rock pretendió ser en la década siguiente. Es por eso que yo no considero a ‘Tommy’ como rock progresivo (como suelen hacerlo algunos), sino como uno de sus antecedentes inmediatos. Todavía se siente frescura. Posee el entusiasmo del explorador, no la pericia madura del historiador.
Y regresando a la portada del álbum, quizá sea una lectura particular mía, pero no dejo de relacionar los tormentos del niño protagonista con aquellos barrotes de una prisión perfecta: aquellos albergan los colores del cielo, las nubes y las siluetas de las aves. Es una paradoja.
La libertad creativa se volvía una obligación.
Sin embargo, los rostros del grupo aún asoman entre aquellos barrotes celestes. The Who aún tenía mucho por decir. Sacarían un grito de libertad enorme en 1971 y una obra maestra en 1973, con la cual cumplen su papel al cerrar su etapa como jóvenes en el mismo año donde las corporaciones absorben al rock y lo vencen como expresión espontánea y popular.
La historia de Tommy fue una premonición? WHO knows?