jueves, 3 de junio de 2010

ECHO & THE BUNNYMEN - CROCODILES




Cuando yo hablo de mis bandas favoritas, casi siempre considero a las que supieron desarrollar su sonido en un nivel superlativo desde un inicio. Dado el caso, me resulta complicado encontrar entre mis bandas favoritas, un álbum debut que sea superior a 'Crocodiles' de Echo & the Bunnymen.


El sonido característico de la banda resulta poderoso y perfectamente identificable desde un inicio. Su propuesta une su explosiva potencia post-punk con las influencias psicodélicas de fines de los 60's. En la teoría, esta fusión resulta pertinente, ya que el fetichismo por la oscuridad, presente en la escena británica de inicios de los 80's, dialoga a la perfección con los sombríos senderos recorridos por bandas como The Doors(una de las bandas héroe del cuarteto)


Ejemplos en la práctica de dicho matrimonio son la siniestra atmósfera de los teclados y voces en "Pictures on My Wall", los acentos lisérgicos de la vertiginosa "Going Up" o el sonido casi pesimista(si cabe el término) de la interpolación guitarra-teclados de la intro de "Villiers Terrace". Los principales responsables detrás de éste coctel sonoro son Ian McCulloch y Will Sergeant. La gruesa y expresiva voz de McCulloch danza entre calmos lamentos graves y furiosos arrebatos barítonos , que se complementan con la inacabable paleta de texturas del Sergeant, uno de los pocos guitarristas que privilegia a los acentos melódicos y fraseos antes que a la simple rítimica o solista, guardando las virtudes y suprimiendo los excesos de ambas. La simbiosis de ambos aportes generan verdaderos poemas nocturnos. Es una extraña belleza, donde los colores se producen por contraste con el negro y sus matices. Donde la luz es la sombra y viceversa. Tal y como sucede en la portada.


Si los Beatles tuvieron a Lennon-MacCartney como pareja creadora, sus herederos en Liverpool les tomaron la posta sin temor. Y así como los 'Fab Four' tuvieron un gran soporte en Harrison y Starr, la sección rítmica de los 'Liverpool's Finest', compuesta por el lírico melodicismo del bajo de Les Pattinson, y la poderosa simpleza del eterno Pete de Freitas no quedaba como mera comparsa en absoluto. Y es precisamente este último par el que destaca en la otra cara del sonido del disco. La contagiosa energía de la clásica "Rescue", la sorpresivamente colorida "Pride" o los súbitos estallidos instrumentales de "All that Jazz" destacan por una gran fluidez y dinámica, donde las diferentes cadencias y secciones se suceden con facilidad pasmosa, y donde, por momentos, la voz y la guitarra intercambian puestos con sus pares rítmicos en un juego de melodías y contramelodías.


Este cúmulo de diferentes percepciones le brindan una gran variedad al conjunto. Las canciones que cité anteriormente son parte de las clásicas del grupo, pero las demás se encuentran al mismo nivel. Lanza cualquiera al aire y resultarás satisfecho. Y justamente esta consistencia hacen que el disco pueda escucharse sin pausa. A fin de cuentas, son sólo 37 minutos, pero la intensidad y la opresiva atmósfera del disco hacen de 'Crocodiles' un viaje más que un álbum. Un viaje por los sectores más recónditos de la psiquis humana, donde realidad y ficción, lógica y absurdo convergen, y donde estarás de acuerdo en que los hombres muertos son felices.


Este cúmulo de diferentes percepciones le brindan una gran variedad al conjunto. Las canciones que cité anteriormente son parte de las clásicas del grupo, pero las demás se encuentran al mismo nivel. Lanza cualquiera al aire y resultarás satisfecho. Y justamente esta consistencia hacen que el disco pueda escucharse sin pausa. A fin de cuentas, son sólo 37 minutos, pero la intensidad y la opresiva atmósfera del disco hacen de 'Crocodiles' un viaje más que un álbum. Un viaje por los sectores más recónditos de la psiquis humana, donde realidad y ficción, lógica y absurdo convergen, y donde estarás de acuerdo en que los hombres muertos son felices.


PD: Recomiendo severamente la edición con bonus tracks del 2003, la cual contiene las dos canciones que sólo se incluyeron en EE UU, "Read it in Books" y la fabulosa "Do it Clean", así como el EP 'Shine so Hard' al completo.

DECONSTRUCTION - DECONSTRUCTION


'Deconstruction' está catalogado, con toda justicia, como el mejor producto de proyecto paralelo alguno de los miembros de Jane's Addiction.
En mi opinión, una de las canciones más infravaloradas de la banda madre era "Obvious" del 'Ritual de lo Habitual', la cual se sale un tanto del contexto sonoro de la cara A de aquél álbum, con un ritmo constantemente en tensión y crescendo, alejándose de las cadencias funky y enfatizando el cromatismo de las guitarras.
Bueno, en este disco homónimo pareciera que el elusivo Eric Avery y Dave Navarro, los principales ejecutores del juego de colores y dimensiones sonoras de aquella canción maravillosa parecieran querer expandir las bases de la misma, añadiendo los acentos funk-metal aquí y allá, y el resultado lo reparten entre 15 temas.

Ahora, salvo "L.A. Song", es difícil que cualquier hijo de vecino haya escuchado alguna canción del trío angelino. Es así de subte su propuesta, la cual podría resumirse en largos ejercicios de bellos contrapuntos de texturas, sorprendentes por su profundidad y posibilidades. Es un tono guitarrero inédito para mí.
Tracks como "Single", "Big Sur" o "America" representan extensos mantras donde el aficionado pierde la noción de perspectiva y se sumerge en las diferentes capas de reverberación, beats electrónicos y percusión.

El trabajo vocal neutro está dispuesto como un desesperado cable a tierra, lo cual de alguna forma permite que el sonido no se les escape de las manos. Es música trascendental, pero que aún así no deja de pertenecer a un contexto mundano.
Es una experiencia tan efectiva que la primera vez que lo coloqué en el equipo provocó que apagara las luces y le prestara TODA mi atención. Eso nunca me ha sucedido.

Ahora, no todo es perfecto, el disco en su totalidad es extenso y los temas se alargan un poco. El escucha necesita ser paciente para procesarlo y entender que la intención de los creadores es la de modificar tu espacio-tiempo por 70 minutos. Y creéme que si los empleas con concentración, son 70 minutos ganados.

BLOOD, SWEAT AND TEARS - CHILD IS FATHER TO THE MAN




Este es un disco muy especial de reseñar para mí. Por muchos años escuché hablar de una banda contemporánea de The Doors o Traffic que era capaz de amalgamar el pop-rock, el jazz, la psicodelia, blues y hasta música clásica como si fuera la cosa más sencilla del mundo.
Busqué sus canciones como loco en internet. Conseguí 4 y me encantaron. Era difícil definir su sonido en ese momento: era un sonido mucho más maduro, más delicado de paladear que el rock ácido en el cual estaba inmerso en esos días. Sin embargo, entiéndase, no es un sonido adulto. Posee la urgencia romántica y el feelin-good de una juventud(los 60's) llena de contradicciones.

Una vez en mis manos, el disco se convirtió rápidamente en uno de mis favoritos. La portada me parece genial y divertida, mostrando que nuestro niño interno nunca desaparece. Y eso es justamente el tema de reflexión que me sugieren las canciones.
El álbum comienza con una cómica obertura con la que no puedes evitar reírte, para luego, casi de inmediato, pasar a la dramática I Love You More Than You'll Ever Know, una dolorosa pieza de jazz rompecorazones cuyo trabajo vocal posee un blues tan potente que muchos envidiarían. Le suceden Morning Glory, con una preciosa intro de vientos; la dinámica My Days Are Numbered, con una sección ácida al medio que resulta extrañamente adecuada; el perfecto bossa-nova de Without Her, la emotiva Just One Smile, y la burlona The Modern Adventures of Plato, Diogenes and Freud, entre muchas otras joyas que sugieren la dulce confusión del adolescente que quiere sentirse como adulto. Como diría Bryce Echenique: "una elegancia poco preparada" que corresponde a la juventud.

Musicalmente, los temas poseen un grado de fineza y sofisticación que es difícil de encontrar en otro lado. La precisión de los detalles en los arreglos, el contrapunto de instrumentos de vientos y cuerdas, los colores de sus melodías...es un disco que escucho de principio a fin embelesado.

Una vez que Al Kooper, un maestro, se separó de la primera formación, la banda lanzó muchos álbumes de éxito comercial, pero ninguno tuvo la genialidad del debut. Y Child is Father to the Man es justamente el documento de que Blood Sweat and Tears fue, en su momento, una de las mejores bandas del planeta.