Este es un disco muy especial de reseñar para mí. Por muchos años escuché hablar de una banda contemporánea de The Doors o Traffic que era capaz de amalgamar el pop-rock, el jazz, la psicodelia, blues y hasta música clásica como si fuera la cosa más sencilla del mundo.
Busqué sus canciones como loco en internet. Conseguí 4 y me encantaron. Era difícil definir su sonido en ese momento: era un sonido mucho más maduro, más delicado de paladear que el rock ácido en el cual estaba inmerso en esos días. Sin embargo, entiéndase, no es un sonido adulto. Posee la urgencia romántica y el feelin-good de una juventud(los 60's) llena de contradicciones.
Una vez en mis manos, el disco se convirtió rápidamente en uno de mis favoritos. La portada me parece genial y divertida, mostrando que nuestro niño interno nunca desaparece. Y eso es justamente el tema de reflexión que me sugieren las canciones.
El álbum comienza con una cómica obertura con la que no puedes evitar reírte, para luego, casi de inmediato, pasar a la dramática I Love You More Than You'll Ever Know, una dolorosa pieza de jazz rompecorazones cuyo trabajo vocal posee un blues tan potente que muchos envidiarían. Le suceden Morning Glory, con una preciosa intro de vientos; la dinámica My Days Are Numbered, con una sección ácida al medio que resulta extrañamente adecuada; el perfecto bossa-nova de Without Her, la emotiva Just One Smile, y la burlona The Modern Adventures of Plato, Diogenes and Freud, entre muchas otras joyas que sugieren la dulce confusión del adolescente que quiere sentirse como adulto. Como diría Bryce Echenique: "una elegancia poco preparada" que corresponde a la juventud.
Musicalmente, los temas poseen un grado de fineza y sofisticación que es difícil de encontrar en otro lado. La precisión de los detalles en los arreglos, el contrapunto de instrumentos de vientos y cuerdas, los colores de sus melodías...es un disco que escucho de principio a fin embelesado.
Una vez que Al Kooper, un maestro, se separó de la primera formación, la banda lanzó muchos álbumes de éxito comercial, pero ninguno tuvo la genialidad del debut. Y Child is Father to the Man es justamente el documento de que Blood Sweat and Tears fue, en su momento, una de las mejores bandas del planeta.
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