martes, 26 de enero de 2010

LA EDAD DE LAS CANCIONES DE AMOR

Estoy sentado frente a la computadora, son las 9 de la noche y es un 14 de Febrero del 2008. Me encuentro con una sensación de angustia constante y densa; de esas que no llegan a la desesperación, pero que alteran tu humor por varias horas.
Como comprenderàn, para una persona que no cuenta con muchos ingresos y con una enamorada en su casa esperando para salir sì o sì a algùn lado “porque es el dìa del amor”, èsta no es una situación muy favorable.
Trato de ver de què forma evitar el vacìo que se va formando en el estòmago. Pienso en mùsica, en algo poderoso que capte todos mis sentidos, pero el tràfico que me anuncia la ventana es tal que no me deja concentrarme.
Cierro las ventanas y elijo el disco que en ese momento me pareciò el màs apropiado: El Ocean Rain de Echo & the Bunnymen. Dramàtico y càlido como pocos, es el disco perfecto para aquellos que gustan de la noche y sus misterios; un disco que define la palabra èpica en la mùsica.
Lo escucho de principio a fin hasta llegar al ùltimo tema, tambièn llamado Ocean Rain, el cual hace un hermoso paralelo del amor, comparando la calma y la tempestad de un profundo mar nocturno con los vaivenes de una emotiva relaciòn.

Tanto romanticismo sincero me hizo recordar lo mucho que detesto las cursilerìas a las que fechas como èsta se encuentran atadas. Las canciones a las que recurren los tìpicos spots de San Valentìn me desesperan.
Me pregunto si èsta hubiera sido la situación de nuestros padres o abuelos. Melòmanos o no, una fecha especial tiene una connotación particular, y ellos debieron haber preferido(o haber sido sometidos a) una mùsica determinada esa precisa noche.


¿Què canciones definieron los 14 de Febrero de nuestros padres?
Probablemente algo de nueva ola, boleros, algo de los Beatles, Motown, Los Iracundos, en fin…el asunto es que la juventud de esos tiempos tenìan gustos similares a sus padres en cuanto a cuàles canciones recurrir para una declaraciòn de amor, por ejemplo, o bien la promesa de la uniòn eterna.

Siguiendo con mis reflexiones acerca de este dìa es que llego a la conclusión de que las generaciones cada vez se separan màs.
Paradójicamente, siendo èste un paìs perteneciente a una zona del globo donde la sociedad todavía mantiene un fuerte sentido patriarcal, es justamente el lugar donde la separaciòn es màs notoria en el campo musical.
Mientras la generaciòn de nuestros viejos aùn es fiel a los “oldies”, la juventud peruana escucha reggateon o baladas de productos industriales baratos como Britney Spears, Manà y Paulina Rubio.

Siguiendo con las paradojas, es importante notar que la transmisión del gusto por la mùsica es un aspecto importante en la relaciòn padre-hijo en los paìses angloparlantes; muchas veces siendo el ùnico nexo que mantiene firmes los lazos de familia.
¿Cuàntos de los freaks de ahora no habràn empezado a explorar la mùsica con los LP´s antiguos de papà?

De acuerdo con muchas revistas y webs dedicadas a la mùsica, el ùltimo gran disco de nuestro tiempo fue el OK Computer, àlbum de Radiohead lanzado en 1997. No se si estoy de acuerdo 100%, pero la afirmación tiene mucho de verdad. No existen referentes de fuerza ahora. No encuentro artistas que engloben un pùblico importante y que gocen de respeto por parte de la crìtica. La audiencia resiente esta carencia desde finales de la dècada pasada y no hay signos de recuperaciòn.



Para no aburrir a mis lectores con tanto tecnicismo y para no perder el hilo de la cuestión, dirè que esta situación tambièn puede aplicarse a casos como el del bendito 14 de Febrero. No hay que olvidar que gran parte del atractivo de la mùsica popular se apoya en la carga emocional de sus letras de amor.

Y es ahora que extraño mis tiempos de chibolo.
Al menos en los ochentas existìan salsas romànticas decentes, como las de Frankie Ruiz y Eddie Santiago, dulces baladas como ‘Eternal Flame’ de los Bangles, ‘The Flame’ de Cheap Trick, ‘Don’t Stop Believin’’ de Journey, ‘What it Takes’ de Aerosmith, o las cortavenas ‘With or Without You’ de U2 y ‘Every Breath You Take’ de The Police, por citar los ejemplos màs comunes.

Los noventas tambièn se defendìan con ‘Enjoy The Silence’ de Depeche Mode, ‘November Rain’ de Guns N’ Roses, la rescatada ‘Somebody To Love’ de Queen y las lentas de Juan Luis Guerra(un clàsico de las fiestas)

Ahora, sin embargo, es posible escuchar a un padre colocando a ‘Woman’ de John Lennon o ‘How Deep is Your Love’ de los Bee Gees en el tocadiscos, mientras que a 10 metros de ahì, en el cuarto del hijo, nuestros oìdos se retuercen gracias a un impresentable que le aconseja al muchacho que le rompa el buche a su amiguita.

Todo eso me hace pensar…¿que hago en este momento escuchando a una banda tan underground en medio de tanta desgracia sònica?(mis vecinos no dejan de escuchar un afiebrado merengue, de esos baratazos).
No sè si sea uno de los pocos aficionados serios, o tal vez un terrible posero que quiere sentirse mejor a expensas de los demàs por ser “diferente”.
La verdad es que me gusta mi mùsica y punto. Al diablo lo demàs.


Por cierto… ya debo dejarme de tanta huevada y empezar a alistarme y descifrar que hacer con los 30 lucas que tengo en el bolsillo para no hacer de èsta una noche para “recordar”.

Ah, lo olvidaba. Ahì les dejo mi top 10 de canciones de amor de todos los tiempos. Ojalà se den el tiempo de buscarlas. Si les gustan, bien, y si no les gustan…mal, pes.

Ocean Rain – Echo & The Bunnymen
Thirteen – Big Star
For Emily, Whenever I may Find Her – Simon & Garfunkel
Reasons for Waiting – Jethro Tull
Fall at Your Feet – Crowded House
Enjoy the Silence – Depeche Mode
Chloe Dancer/Crown of Thorns – Mother Love Bone
Kiss Me on the Bus – The Replacements
Classic Girl – Jane´s Addiction

Serge Quilodràn

domingo, 24 de enero de 2010

DOLORES DELIRIO - CERO




'Cero' es un disco que, musicalmente, me ubica en el año 1985. Exactamente 10 años antes de ser publicado.

Mezcla influencias varias, casi todas británicas. El estilo vocal se debe al post-punk, perteneciente al espectro college-alternativo(Simple Minds? Echo? The Cure?), conjuntamente con las melódicas líneas del bajo. La potente batería y la inolvidable guitarra poseen el sentido de amplio espacio, típico de las producciones de synth-pop de mediados de los 80's (Tears for Fears? Killing Joke?) pero al mismo tiempo, el reverb, el eco y el ambiente onírico generado por las melodías denotan claras influencias del movimiento dream pop (Jesus & Mary Chain? Cocteau Twins?). La guitarra, especialmente, se emparenta con el trabajo de Brian Eno con U2 entre 1984-1987. Oleadas constantes y oscilantes, que trazan una envoltura mágica, invisible y que le dan mucho más carácter a los temas, cosa muy necesaria, debido a que la cantidad de influencias foráneas puede quitarle mérito a éste tremendo disco.

Si bien la voz es buena y expresiva, la estrella aquí es el conjunto de "Paisajes Azules" que la viola no se cansa de pintar. Su ingravidez resulta fundamental para conjugar luz y oscuridad. El dolor de las letras con la luminosa belleza instrumental. No hay yuxtaposición sonora aquí sino un contrapunto perfecto. El sonido es denso, pero permeable. Te enamoras de "Carmen" a la primera escucha, así como quieres volar "A Cualquier Lugar" luego de haber realizado el "Aprendizaje" respectivo, el cual consta de 42 cortísimos minutos (el álbum se te escapa de las manos)
Plagio? Quizá. Falta de originalidad? Puede ser. El asunto es ubicar las cosas en su contexto.

La escena peruana estaba muerta y bien muerta hacia 1994 y este disco reventó maravillosamente, como un segundo grito de libertad entre los sombríos cafetines del "circuito" limeño y que, felizmente, suena nuestro, y bien nuestro.

Si fuiste un adolescente en el Perú de los 90's te sentirás identificado con esa sensación de incertidumbre...existía el rock peruano? nos habíamos quedado en los 80's? dónde estaban las bandas? Habían muchos fans, como tú, que escuchaban a las bandas gringas de moda (probablemente grunge) o las vintage ochenteras, pero que las sentían lejanas. Aquí aún no habían conciertos de calidad y sólo nos quedaban los cd's y MTV para sentirnos en ambiente. Los bares locales rebosaban de bandas con talento pero con Cero popularidad.
Es por eso que yo me identifico con 'Cero'. Dolores Delirio supo encapsular todo el conocimiento musical y las frustraciones almacenadas por 10 años en el seno de la fanaticada local y lo plasmó en un álbum. No representa un sonido anacrónico, sino que logró trepar en el tiempo por una cuestión emocional, atravesando modas.

Pero más que nada, es un disco de la puta madre.

viernes, 1 de enero de 2010

CAN - SOUNDTRACKS


Sountracks encuentra el momento exacto en que Can empieza a dejar las influencias psicodélicas de lado por un sonido minimalista y experimental, y los resultados son asombrosos.

Siendo un disco, en principio, disgregado, debido a que cada canción responde a un contexto determinado(cada una pertence a distintas películas) la cohesión del álbum en su totalidad es destacable.

Desde el comienzo se nota que Jaki Liebezeit y Holger Czukay intentan enrumbar a la banda hacia una propuesta sonora en la que predomina la rítmica por sobre la melodía.

Ahora, tomando en cuenta el nivel instrumental y compositivo de los dos individuos en cuestión, el éxito está garantizado. Y más aún si contamos con el guitarrista Michael Karoli, quien toca incesantes frases que se yuxtaponen, a la vez que cambian progresivamente de tono, dando como resultado un complejo conjunto sónico de resminiscencias tribales pero futuristas.

Este es un sonido orgánico pero artificial, un extraño contrapunto donde las voces de Malcolm Mooney, y, sobre todo, del nuevo miembro Damo Suzuki, se funden en la parte instrumental como un elemento más en el juego de texturas.

"Deadlock" arranca el viaje como una pequeña joya de tintes progresivos en la emotividad de su interpretación instrumental y vocal, pero con la potencia de una banda de hard rock de tendencia minimalista, si cabe la posibilidad de que eso exista. "Don't Turn The Light On, Leave Me Alone" demuestra el por qué Can no tiene nada que envidiarle a la sección rítmica de casi cualquier banda funk, con una percusión de gran riqueza sin la necesidad de poseer mayor complejidad. "Soul Desert", un tema sencillo, pero que destaca por la particular performance vocal de Mooney, prepara la antesala a la canción central, la portentosa "Mother Sky". Éste es un jam monstruoso, donde Can rememora la crudeza de sus bases de garage rock y ácido en un ejercicio rítmico de enormes proporciones, donde por momentos el bajo y la guitarra intercambian posiciones en el trabajo rítmico y solista(increíble construcción de capas y punteos de guitarra, en conjunto con las oleadas de teclado distorsionado de Irmin Schmidt), y cuyos casi 15 minutos no abandonan la intensidad en ningún momento.
La canción de cierre, "She Brings The Rain" es un relajado número jazzy que brinda al oyente el necesario descanso tras semejante trance musical, y culmina el disco con broche de oro.

La gente suele hablar de la famosa trilogía experimental Tago Mago-Ege Bamyasi-Future Days, o rescata los inicios psicodélicos de Monster Movie, pero suelen dejar de lado a esta maravilla, lo cual me causa perplejidad. 'Soundtracks' es, definitivamente, uno de los mejores documentos del krautrock y de la música de avant garde en general.