Sountracks encuentra el momento exacto en que Can empieza a dejar las influencias psicodélicas de lado por un sonido minimalista y experimental, y los resultados son asombrosos.
Siendo un disco, en principio, disgregado, debido a que cada canción responde a un contexto determinado(cada una pertence a distintas películas) la cohesión del álbum en su totalidad es destacable.
Desde el comienzo se nota que Jaki Liebezeit y Holger Czukay intentan enrumbar a la banda hacia una propuesta sonora en la que predomina la rítmica por sobre la melodía.
Ahora, tomando en cuenta el nivel instrumental y compositivo de los dos individuos en cuestión, el éxito está garantizado. Y más aún si contamos con el guitarrista Michael Karoli, quien toca incesantes frases que se yuxtaponen, a la vez que cambian progresivamente de tono, dando como resultado un complejo conjunto sónico de resminiscencias tribales pero futuristas.
Este es un sonido orgánico pero artificial, un extraño contrapunto donde las voces de Malcolm Mooney, y, sobre todo, del nuevo miembro Damo Suzuki, se funden en la parte instrumental como un elemento más en el juego de texturas.
Siendo un disco, en principio, disgregado, debido a que cada canción responde a un contexto determinado(cada una pertence a distintas películas) la cohesión del álbum en su totalidad es destacable.
Desde el comienzo se nota que Jaki Liebezeit y Holger Czukay intentan enrumbar a la banda hacia una propuesta sonora en la que predomina la rítmica por sobre la melodía.
Ahora, tomando en cuenta el nivel instrumental y compositivo de los dos individuos en cuestión, el éxito está garantizado. Y más aún si contamos con el guitarrista Michael Karoli, quien toca incesantes frases que se yuxtaponen, a la vez que cambian progresivamente de tono, dando como resultado un complejo conjunto sónico de resminiscencias tribales pero futuristas.
Este es un sonido orgánico pero artificial, un extraño contrapunto donde las voces de Malcolm Mooney, y, sobre todo, del nuevo miembro Damo Suzuki, se funden en la parte instrumental como un elemento más en el juego de texturas.
"Deadlock" arranca el viaje como una pequeña joya de tintes progresivos en la emotividad de su interpretación instrumental y vocal, pero con la potencia de una banda de hard rock de tendencia minimalista, si cabe la posibilidad de que eso exista. "Don't Turn The Light On, Leave Me Alone" demuestra el por qué Can no tiene nada que envidiarle a la sección rítmica de casi cualquier banda funk, con una percusión de gran riqueza sin la necesidad de poseer mayor complejidad. "Soul Desert", un tema sencillo, pero que destaca por la particular performance vocal de Mooney, prepara la antesala a la canción central, la portentosa "Mother Sky". Éste es un jam monstruoso, donde Can rememora la crudeza de sus bases de garage rock y ácido en un ejercicio rítmico de enormes proporciones, donde por momentos el bajo y la guitarra intercambian posiciones en el trabajo rítmico y solista(increíble construcción de capas y punteos de guitarra, en conjunto con las oleadas de teclado distorsionado de Irmin Schmidt), y cuyos casi 15 minutos no abandonan la intensidad en ningún momento.
La canción de cierre, "She Brings The Rain" es un relajado número jazzy que brinda al oyente el necesario descanso tras semejante trance musical, y culmina el disco con broche de oro.
La gente suele hablar de la famosa trilogía experimental Tago Mago-Ege Bamyasi-Future Days, o rescata los inicios psicodélicos de Monster Movie, pero suelen dejar de lado a esta maravilla, lo cual me causa perplejidad. 'Soundtracks' es, definitivamente, uno de los mejores documentos del krautrock y de la música de avant garde en general.
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